EDITORIAL: El cónclave
Como si fuese una gala de cualquier premio. Así se presentó Isabel Díaz Ayuso en Aranjuez el pasado fin de semana para presidir un cónclave de alcaldes y alcaldesas del Partido Popular en Madrid, en un ejercicio de populismo de saldo y vistiendo todos y todas sus mejores galas. Contó, además, con la complicidad de un alcalde, Miguel Gómez, que sigue los pasos de su predecesora, María José Martínez, rindiendo pleitesía a una regidora regional, que vive en el limbo y que carga, no lo olvidemos, con la responsabilidad de 7.291 muertes de mayores durante la pandemia del Covid-19 por unos protocolos, los de la vergüenza, de los que el Partido Popular, a nivel global, ni quiere hablar ni abrir ninguna comisión de investigación.
El conciliábulo popular del fin de semana solo sirvió para la particular arrogancia de la derecha madrileña y, por supuesto, para atacar a Pedro Sánchez y a su gobierno, utilizando tonos ofensivos y con expresiones en las que la palabra ‘bolivariano’ buscaba el aplauso fácil y reconfortante, como demostró nuestro alcalde Miguel I ‘El moderado’ que, de moderado, tiene el tono de expresión y poco más, un alcalde que, por cierto, ni condena el genocidio en Palestina, ni defiende los derechos LGTBI ni se impone cuando sus socios de ultraderecha le ‘obligan’ a suprimir la delegación de Igualdad en el Ayuntamiento. Además, participa, promociona y preside actos de una asociación franquista que debería, por ley, estar ilegalizada.
De su boca, la del alcalde, además de vanaglorias varias y loas a la presidenta de la Comunidad de Madrid no salió ni una sola reivindicación para que en nuestra ciudad mejoren los servicios públicos. Siempre le escuchamos al señor Gómez afirmar lo bien que se hacen las cosas en el Partido Popular, le vemos repartir besos y abrazos, tratando de elevarse al purgatorio de los selfies pero, sin embargo, no le veremos nunca ponerse al frente de las reivindicaciones para que se abran las urgencias de Atención Primaria en la calle Gobernador, ni que se mejoren los servicios en el Hospital del Tajo, ni que dejen de reventarle las aulas a los centros de educación pública por encima de la ley, ni que se invierta dinero desde le Comunidad de Madrid en la representación del Motín de Aranjuez, ni que se responsabilicen de sus infraestructuras, como el Centro Cultural Isabel de Farnesio o los colegios públicos cuya responsabilidad estructural es única y exclusivamente suya.
Que Miguel Gómez y María José Martínez son lo mismo -aunque con distinto talante- es una evidencia difícil de discutir. Ambos piensan lo mismo y actúan de la misma manera. El nuevo alcalde ha perdido una oportunidad magnífica para reivindicar derechos y necesidades que tiene nuestra ciudad y que no pueden sufrir más demoras pero, el caso, es que tampoco ha mostrado personalidad suficiente para gestionar una ciudad que la Comunidad de Madrid tiene en el olvido y abandonada a su suerte. No se invierte, no se nos ayuda y se desprecia de manera continua, como con el transporte urbano e interurbano, la educación, la sanidad o la ya famosa rotonda de la M-305 desde hace años y años.
Maquiavelo dijo que “el que engaña siempre encontrará a alguien que se deje engañar” y esto es, precisamente, lo que pasa con los gobierno regionales y municipales del Partido Popular, que en brazos de la ultraderecha siempre encuentran un buen momento para mentir y, también, a quienes quieran arrogarse esas mentiras. Insiste Miguel Gómez y todo su Gobierno en que Pedro Sánchez tiene abandonada a nuestra ciudad pero, en el presupuesto que PP y Vox acaban de aprobar de manera inicial, el Estado, es decir el Gobierno de Pedro Sánchez, aporta en la partida de ingresos más de 22.000.000 de euros mientras de la Comunidad de Madrid, a través de convenios, aporta unos 5.000.000. La diferencia, como puede comprobarse, es bastante sustancial. Todo esto sin contar con los cerca de 20.000.000 que va a invertir Patrimonio Nacional en mejorar sus instalaciones en nuestra ciudad o con la inversión que Aranjuez va a recibir, también por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, para acondicionar el Raso de la Estrella o el antiguo Matadero.
Las conclusiones que podemos sacar de este cónclave popular en Aranjuez es que no se sabe muy bien para qué ha venido Isabel Díaz Ayuso, porque la otra vez que vino, al menos, plantó un arbolito. El caso es que seguimos con los servicios públicos en estado precario, un estado que afecta a la residencia de Personas Mayores Santiago Rusiñol, a los centros educativos, a los centros de salud y al Hospital del Tajo y a la paciencia de toda la ciudadanía ribereña, que ya está comprobando que el nuevo alcalde sigue con los mismos miedos a la hora de ‘molestar’ a la presidenta, no vaya a ser que se enfade y acabe por hacer un Pablo Casado. Ya se lo dijo María José Martínez a los vecinos de La Montaña cuando apareció el socavón… “el miedo es libre”.
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