Ricardo Lorenzo trae a Lorca de vuelta a casa
Si alguien incentiva la capacidad de poner en valor la escucha, la atención y la concentración de los sentidos alrededor de una historia que contar, ese es Ricardo Lorenzo. Su verbo fácil, su acento argentino, sus conocimientos y los sentimientos que traslada traspasan el umbral de lo emotivo para convertir una conferencia en una charla entre amigos que dignifica la profesión del orador. Escuchar a Ricardo es acercarse a la paz, a la emoción, a la anécdota, al deseo de que la conversación no se acabe nunca. Ricardo nos trajo de vuelta a Lorca el pasado viernes, a un Lorca representado en la figura de Anzony Blanco, actor que se encargó de atesorar los versos del poeta andaluz y ponerlos sobre la mesa de la sala Farinelli, del Teatro Real. El resto de compañeros de viaje en la velada ‘lorquiana’ no fueron otros que las imágenes que desnudan la sensibilidad del granadino, asesinado por el fascismo de manera cruel, generadas por Luis Centurión en su corto ‘Los mundos de Lorca’. Lorca ha dejado impreso en Aranjuez, poniendo nombre a la Barraca, legando el nudo en la garganta en El Rana Verde y transpirando una alegoría a golpe de poeta como él solo supo hacerlo y como solo Ricardo Lorenzo sabe contarlo.
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