EDITORIAL: Los Juegos Escolares como filosofía formativa
Los Juegos Escolares y, por tanto, el deporte escolar, se definen como “la actividad física realizada en un periodo concreto de edad (la escolar), que se realiza en horario extraescolar y debe responder a una adaptación hacia el niño, con finalidades básicamente educativas, que tengan una repercusión en el ámbito cognitivo, fisiológico y afectivo”. Por tanto, el deporte escolar no tiene ese apellido por tener lugar en los centros educativos, sino por constituir un medio de la educación de nuestros hijos e hijas.
Los Juegos Escolares suponen un complemento importantísimo en la educación de nuestros niños y niñas y las instituciones, por lo tanto, tienen la obligación de sustentarla y fomentarla. También porque el deporte escolar es un instrumento integrador e igualitario ya que, al ser completamente gratuito, garantiza que, independientemente de la capacidad adquisitiva de cada familia, sus hijos tengan asegurada esta actividad tan complementaria en su educación. Pero es que, además, por normativa, es obligatorio que en el mismo partido deban jugar todos los integrantes del equipo, tanto el que tiene unas grandísimas aptitudes como el que las tiene algo menos potenciadas.
Es importante recordar que los Juegos Escolares los dirigen personas con una formación profesional mixta (monitores deportivos), que han pasado un duro proceso selectivo y que son capaces de fomentar tanto las facetas deportivas como las educativas en nuestros niños. Y es que es importante mencionar que el deporte escolar no corta la progresión de ninguno de estos jóvenes deportistas, pero sí que les aporta otro tipo de valores que no reciben en ningún otro ámbito. Es decir, que el que vaya para “Cristiano Ronaldo” o “Pau Gasol” después de participar en deporte escolar lo seguirá siendo, pero habrá aprendido unos valores que le hará mejor persona y además habrá ayudado con sus aptitudes a que niños y niñas con menos capacitación, mejoren sustancialmente al aprender junto a él o ella.
Y esto sólo es posible desde lo público. Intentar buscar la salida en la gestión hacia la privatización por ahorrarse unas “perrillas” o simplemente quitarse “el marrón” que supone coordinar a cerca de 3.000 niños y niñas durante toda una temporada, es acabar con un proyecto que, por ser una isla en la Comunidad de Madrid, no lo devalúa, sino todo lo contrario, lo fortalece por su propia idiosincrasia.
Intentar abrirlo a ámbitos de fuera del entorno escolar, también supondría acabar con su espíritu, lo mismo que permitir la movilidad entre centros, ya que en la práctica se estaría permitiendo la creación de “selecciones” que rompería el principio de compañerismo e igualdad.
Y sí, es cierto que necesita mejorar y adaptarse a los nuevos tiempos. En cierto modo profesionalizarse un poco, pero sin llegar al mercantilismo. Y… esto, ¿qué supone? Supone más financiación, dedicación de recursos personales y contar con los padres y madres en el día a día de esta competición. Sin todas estas variables echaremos al traste una actividad que ha sobrevivido a múltiples corporaciones municipales y sigue funcionando, con sus problemas, a pleno rendimiento. La mejor demostración es los más de 2.700 escolares que participaron en la última edición.
Y es que acabar con esta actividad, por alguno de los motivos antes señalados, supondría acabar con las ilusiones de muchos niños y niñas de la ciudad, que, si no es por las características del deporte escolar, no lo practicarían con todo lo que socialmente implica. Por tanto, todo nuestro apoyo desde estas líneas a madres y padres que en estos días siguen defendiendo que en la temporada 2021-2022 se puedan celebrar unos Juegos Escolares sin perder su identidad y con el apoyo político total de la Corporación municipal, con todo lo que ello implica.
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