EDITORIAL: El lobo ya está aquí

Publicado por PSOE Aranjuez en

Los resultados en las recientemente celebradas elecciones a la Junta de Castilla y León han arrojado un dato preocupante: el ascenso de la extrema derecha que, por las declaraciones de su líder, Santiago Abascal, va a exigir la vicepresidencia. La caída de Ciudadanos, que con el desplome habitual en cualquier elección que se celebra en los últimos tiempos, ha demostrado ser un partido claramente a la derecha de cualquier centro político, es proporcional a la subida de VOX, una formación a la que el Partido Popular sigue blanqueando y que se convierte, de esta manera, en el principal socio del partido que lidera Pablo Casado si quiere aspirar a cualquier Gobierno en este país.

No hay que engañarse, hay que asumir que el Partido Popular se encuentra cómodo en ese extremo que predican los herederos del franquismo, no obstante es habitual ver al líder popular en actos y misas de exaltación del Generalísimo, en una clara apología del fascismo. VOX es un partido machista, xenófobo, homófobo y antidemocrático que, un día después de celebrarse los comicios castellano-leoneses, ya se ha apresurado a anunciar que exigirá la derogación de las leyes contra la Violencia de Género y de la Memoria Histórica. La extrema derecha es peligrosa, porque mantiene un discurso populista que hace daño, entre otras muchas cosas, a la igualdad, a la lucha para conseguir que las mujeres vivan en un mundo más justo e igualitario. No es ninguna broma.

Sin embargo, el Partido Popular aún no ha entendido que, con los resultados obtenidos el pasado domingo, hoy es un partido más débil, que va en contraposición con las decisiones que la mayoría de los países del centro europeo están adoptando frente a la extrema derecha. En lugar de tejer un cordón sanitario al fascismo, el Partido Popular les pone alfombra roja para entrar en las instituciones con el único objetivo de asumir un control que cree tener pero del que no dispone en absoluto. Ya se ha demostrado en Madrid, donde VOX está hilvanando políticas a su antojo, con el beneplácito de Díaz Ayuso que, entre su propia ideología -más próxima al extremismo que al conservadurismo- y las concesiones que tiene que hacer si quiere sacar adelante asuntos como el presupuestario, coloca a su Partido Popular en una tesitura de la que no le va a ser fácil desentenderse.

Ante esta situación solo queda una opción: seguir denunciando las políticas extremistas de VOX, aderezadas con la benevolencia del Partido Popular, y trabajar para construir mayorías que permitan revalorizar las pensiones, aumentar el Salario Mínimo Interprofesional o crear el Ingreso Mínimo Vital o una Reforma Laboral que mejore la calidad de vida de los trabajadores y trabajadoras de este país, políticas que está llevando a cabo el Gobierno de Pedro Sánchez y que no han contado con el voto favorable ni de la extrema derecha ni de la derecha extrema. 

Y para mantener las mayorías progresistas es necesaria la unión, comprender que la derecha de este país ya se ha quedado a caballo entre dos formaciones que no van a tener ningún problema en entenderse para gobernar con políticas absolutistas que en nada van a beneficiar el estado de bienestar, un estado que VOX pretende derogar. La división en la izquierda es un cheque en blanco para la extrema derecha, y ahí es donde tienen que encontrarse formaciones que siempre se han situado a la izquierda del PSOE, formaciones con las que los Socialistas ya hemos demostrado poder entendernos para impedir que España vuelva a oler a aceite de ricino, a gasógeno, a caldo de gallina y a los señoritos cerrando alazán y aclarando el ‘morao’ de las banderas.

La subida de VOX y su entrada en las instituciones es una clara pérdida de democracia, porque ya conocemos cuáles son sus intenciones, sus políticas, su brazo de hierro, un brazo que destruye derechos, libertades, con un discurso con el que el nazismo llegó a gobernar Europa, desde la amputación de los avances conseguidos, desde la dictadura.

Ya lo dijo Pedro Zerolo: “Lo fácil es ser de derechas, dejarse llevar y no combatir el despotismo de determinadas costumbres que han discriminado a más de la mitad de la población del mundo durante siglos”. Tan manido es el cuento del “que viene el lobo, que viene el lobo…”, que el lobo ya está sin que se le haya prestado la debida atención y con el agravante de que la oveja andan sueltas.

Categorías: Opinión

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