EDITORIAL: La democracia, en peligro

Los últimos acontecimientos sucedidos en Brasil, con el asalto a las instituciones elegidas libremente en unas elecciones por la ciudadanía, está poniendo en peligro la democracia. Estos sucesos, alentados desde todos los rincones del planeta por la extrema derecha emergente ya se pusieron de manifiesto en el asalto al Capitolio, en Estados Unidos, por los seguidores de Trump. Ahora han sido los fieles de Bolsonaro, que les viene alentando desde que perdió los comicios en su país a pesar de que, ahora, trate de desmarcarse del movimiento.

Voces influyentes en el país brasileño ya alentaron a un golpe de Estado en cuanto los resultados no fueron los deseados por los herederos de las dictaduras, que entienden que el mundo debe funcionar bajo totalitarismos y no desde la libertad. Lo que demuestran estas acciones es que el fascismo no respeta la democracia si no cumple con sus propios intereses y esto es algo muy grave que trata de reverdecer viejos laureles en cabezas de dictadores que no aceptan que el pueblo elija a sus gobernantes.

En España no estamos tan lejos de esta vorágine ultraderechista, que está manejando los hilos de la derecha supuestamente moderada, algo a lo que está contribuyendo el Partido Popular, alentando a la violencia verbal y repitiendo un día tras otro la ilegitimidad de un Gobierno, el de Pedro Sánchez, que fue elegido libremente por todos los ciudadanos y ciudadanas. Esta estrategia de acoso y derribo viene orquestada por los hijos del ‘franquismo’. Desde VOX están llevando a un partido, el Popular, a una situación límite que roza el vandalismo político y que está provocando serias alteraciones en el sistema nervioso de una parte de la población, que está ‘comprando’ un discurso violento alentado desde voces autorizadas tanto de la extrema derecha como de la derecha extrema.

Todos los partidos políticos que crean de verdad en la democracia deberían unirse para silenciar a una ideología totalitarista que lo único que persigue en regresar a tiempos peores, tratando de engañar a la población con el único objetivo de volver al gobierno con claras premisas dictatoriales sin importar el camino que haya que detonar, aunque esto suponga llevarse por delante estados de derecho y libertades. Y lo peor de todo no es que el Partido Popular lo esté consintiendo, es que está colaborando a ello.

Declaraciones como las del propio Núñez Feijoó o  de la portavoz en el Congreso, Cuca Gamarra, no hacen más que atentar contra los derechos y libertades de ciudadanas y ciudadanos, palabras que se conducen desde la desesperación de la ausencia de poder. Y no es que estén tratando de secuestrar el sistema democrático, es que con decisiones como las de impedir la sucesión del poder judicial están deteriorando un sistema que pretenden controlar desde las instituciones, como siempre han hecho.

Este país debe avanzar de manera firme ante la amenaza del regreso del fascismo, y tomar como ejemplo a países como Alemania, que acaba de prohibir la entrada al país a la fascista española Isabel Peralta mientras que en España se le concenden entrevistas, algo que deberíamos hacernos mirar, y el Partido Popular contribuye, de manera directa, a ello.

Bolsonaro ha realizado declaraciones en defensa de la tortura, de la pena de muerte, la homofobia, la misoginia y el racismo, claves de una ideología que en nuestro país trata de volver a asentarse con el blanqueo sistemático de un partido, el Popular, que camina a la deriva sin fundamentos que defiendan la democracia. El auge emergente en Europa de esta tendencia ultrafascista debe hacernos reflexionar de los peligros que le acompañan, sobre todo para que no tengamos que lamentar nada de lo que pueda ocurrir en un futuro próximo.

Steven Forti, autor de ‘Extrema Derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla’, afirma que “los partidos políticos que representan y quieren representar opciones democráticas han de entender que la ultraderecha es una amenaza y han de hacer pactos para defender un bien común de un peligro que puede hacer reventar el sistema en el que vivimos. La alternativa que presentan es la democracia iliberal de Orban o más allá está el autoritarismo de Rusia y China”. El Partido Popular está tardando en entenderlo, y lejos de tejer un cordón sanitario les está ofreciendo vicepresidencias a cambio de sustento de sillones, como, sin ir más lejos, en Castilla y León o Murcia.