EDITORIAL: 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer

El próximo 8 de marzo se celebrará el Día internacional de la Mujer, que este año girará entorno al epígrafe ‘Por un mundo digital inclusivo: Innovación y tecnología para la igualdad de género’. Según la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, el objetivo es potenciar la innovación y el cambio tecnológico y la educación en la era digital para alcanzar la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas.

En estos tiempos de la era digital, hay numerosas mujeres, colectivos y asociaciones que están trabajando para lograr el avance de la tecnología transformadora y el acceso a la educación digital, un eje fundamental en el desarrollo de las mujeres para lograr la plena igualdad que la mayoría de seres humanos buscamos en sintonía. Es una forma, además, de proteger los derechos de las mujeres y las niñas en los espacios digitales y de abordar la violencia de género en línea y la facilitada por las nuevas tecnologías de la comunicación.

En la página web unwomen.org recogen que según el informe Gender Snapshot 2022 de ONU Mujeres, “la exclusión de las mujeres del mundo digital ha recortado 1 billón de dólares del producto bruto interno de los países de ingresos bajos y medios en la última década, una pérdida que aumentará a 1,5 billones de dólares en 2025 si no se toman medidas. Para revertir esta tendencia será necesario abordar el problema de la violencia en línea, que, según un estudio realizado en 51 países, han sufrido personalmente el 38% de las mujeres”.

Es evidente que el avance en igualdad de estos últimos años ha supuesto un impulso importante, pero no definitivo. Todos los avances en igualdad en la historia democrática de nuestro país han venido de la mano del socialismo, desde el permiso de paternidad, hasta las dos leyes de interrupción voluntaria del embarazo, la ley contra la violencia de género, la ley de igualdad, la de dependencia o, con el actual gobierno progresista, el Ingreso Mínimo Vital o la subida el Salario Mínimo Interprofesional, que está reduciendo la brecha salarial.

Además de todos los avances sociales en igualdad, el 8 de marzo también sirve como reconocimiento a muchas mujeres que han sido imprescindibles a lo largo de la historia y a las que se les ha negado durante años esa gratitud. Mujeres como Marie Curie, Virgina Wolf, Amelia Eahart, Frida Kalho, Rosa Parks o Rosalind Franklin, por citar solo a unas pocas, han supuesto, cada una en su época, firmeza y lucha por los derechos en igualdad. Mujeres que han cambiado la historia, como en su día la cambiaron Clara Campoamor, impulsora del voto femenino en España, Emilia Pardo, introductora del Naturalismo en nuestro país, o Concepción Arenal, impulsora del feminismo.

Todas estas mujeres, como los millones de mujeres anónimas, han contribuido a que generaciones posteriores puedan reivindicar sobre una base el derecho a la igualdad. Y por eso, en estos tiempos en los que la tecnología se ha convertido en un motor de la sociedad, es necesario incorporar de forma transformadora la perspectiva de género en la innovación, la tecnología y la educación digital, porque significaría un avance para mujeres y niñas con pocos recursos, para que adquieran un mayor conocimiento sobre sus derechos.

La extrema derecha y la derecha extrema no quieren potenciar estos objetivos, no buscan la plena igualdad y tratan de confundir a la población sobre un movimiento imparable: el feminismo. Le ponen calificativos y afirman que es una manera de atentar contra el hombre, pero la realidad es que el feminismo es un movimiento político y social que pide para la mujer el reconocimiento de las mismas capacidades y derechos que para el hombre.

En Aranjuez tenemos un claro ejemplo sobre la intención de retroceso en los derechos de igualdad. VOX, con sus afirmaciones y su forma de pensar, pretende anclar a las mujeres al lugar donde la extrema derecha entiende que deben permanecer, que no es otro que en esa España de inicios del siglo XX cuando a las mujeres se les impedía realizar negocios sin un representante masculino o donde las mujeres casadas no podían ejercer control sobre sus propios hijos sin el permiso de sus maridos. 

El feminismo no es una moda, de hecho nace a finales del siglo XVIII “con la toma de conciencia de las mujeres como grupo o colectivo humano, de la opresión, dominación, y explotación de que han sido y son objeto por parte del colectivo de hombres en el seno del patriarcado bajo sus distintas fases históricas de modelo de producción, lo cual las mueve a la acción para la liberación de su sexo con todas las transformaciones de la sociedad que aquella requiera”, según reza en el diccionario patriarcal. 

Aún, a día de hoy, hay muchas partes del mundo donde las mujeres tienen poco o ningún acceso a la educación y no pueden ejercer la mayoría de las profesiones. Son tratadas como un objeto y no se les dan oportunidades, tampoco se escucha su voz. Y tenemos que seguir luchando para cambiarlo.